La sexualidad no desaparece con los años, se transforma. En cada etapa de la vida, el cuerpo, las emociones y los deseos evolucionan, y eso no tiene por qué vivirse con vergüenza o resignación. La sexualidad saludable es parte del bienestar integral, tanto físico como emocional.
Durante el climaterio, muchas mujeres experimentan cambios como sequedad vaginal, disminución del deseo, dolor en las relaciones o inseguridad con su cuerpo. Pero todo eso puede abordarse con información, acompañamiento médico y una mirada amorosa hacia una misma.
El deseo no depende sólo de hormonas: el estrés, el sueño, las emociones y la autoestima juegan un papel enorme. La medicina funcional propone una visión integradora donde se trabajan los factores físicos (como el equilibrio hormonal y la circulación), pero también los vínculos, la autoimagen y el autoconocimiento.
Explorar nuevos caminos de placer, mejorar la comunicación en la pareja, usar recursos como lubricantes naturales, suplementos o incluso terapias psicoemocionales pueden marcar una gran diferencia. La sexualidad no se mide en frecuencia, sino en conexión.
Hablar de sexualidad es hablar de salud. Recuperar el deseo, el disfrute y el contacto consciente es parte de cuidarte. Y nunca es tarde para empezar.