Alimentación y Suplementos: comer para sanar

Lo que comemos no solo nutre el cuerpo: también regula nuestras emociones, hormonas y defensas. En la medicina funcional, la alimentación es una herramienta terapéutica fundamental. No se trata de contar calorías ni de seguir dietas extremas, sino de elegir alimentos reales, coloridos y antiinflamatorios que favorezcan la salud desde adentro.

Muchas molestias comunes como fatiga, hinchazón, cambios de ánimo, dolores articulares o problemas digestivos tienen raíz en lo que comemos. Los ultraprocesados, azúcares refinados y grasas industriales alteran el intestino, generan inflamación crónica y afectan la salud hormonal.

Por eso, pequeños cambios como sumar vegetales frescos, legumbres, grasas buenas (como palta o aceite de oliva), semillas, cúrcuma, ajo y alimentos fermentados pueden marcar una gran diferencia. Beber agua suficiente y respetar horarios también ayuda a regular el metabolismo y mejorar la digestión.

En ciertos casos, complementar con suplementos naturales puede ser necesario. El déficit de vitamina D, magnesio, omega 3 o probióticos es muy común, sobre todo en personas mayores o con estrés crónico. No se trata de “automedicarse”, sino de evaluar y personalizar cada caso.

Las infusiones funcionales, como el té de jengibre con cúrcuma o la melisa con manzanilla, también ayudan a calmar el intestino, favorecer el sueño y modular el sistema nervioso.

Comer bien no es hacer dieta, es elegir salud todos los días. Y no hace falta hacerlo perfecto, sino empezar con conciencia y constancia.

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